Secondigliano es un barrio relativamente moderno de Nápoles, una especie de “antiguo barrio dormitorio” que se ha ido acercando al centro de la ciudad gracias al desarrollo urbanístico.
A los problemas típicos de cualquier barrio, de cualquier ciudad deprimida (alta tasa de desempleo, drogas, fracaso escolar, etc.) se une un problema mucho mayor: La Camorra Napolitana.
Dicen que la mafia y la camorra controlan el 20% de producto interior bruto (PIB) de Italia, es decir: 422,6 “Billones” de Euros. Una cantidad de dinero mayor que el PIB junto de Argentina, Perú, Panamá y Ecuador. Las redes de la Camorra se extienden por Europa, USA, Sud-America y vastas regiones de África. Bajo la aparente tranquilidad de las calles de Secondigliano impera la ley de las grandes familias mafiosas, el rugir de las pistolas en cualquier esquina y los cuchillos acechando en medio de la noche.
Hace unos meses cayó la víctima más joven de la guerra de la Camorra. Un jóven de 14 años, hermano de un asesino de otra familia mafiosa que en la cárcel había decidido arrepentirse. Y un poco más lejos, el patriarca del mismo clan, fue abatido a tiros junto a su guardaespaldas por los asesinos de la familia rival. Pero aquí reina la omertà (pacto de encubrimiento, de “silencio”). Secondigliano alcanzo en los años noventa el record mundial de homicidios por habitante.
En Secondigliano no entra la policía. Todo el barrio está en poder de “El Sistema” (solo los periodistas y políticos dicen “Camorra”). Cualquier actividad que se vaya a hacer en el barrio (por ejemplo: un concierto) pasa por pedirle permiso a la camorra. Los motoristas no llevan casco a pesar de estar por ley obligados. Esto es debido a que la mafia quiere ver las caras de la gente que circula en moto con el objeto de comprobar si son policías o mafiosos de otros clanes rivales. Los niños de diez años en adelante son reclutados por la camorra para vigilar las esquinas e identificar a miembros de otras familias mafiosas rivales y dar el aviso.
Muchas veces la única salida laboral que le queda a la gente del barrio es trabajar directa o indirectamente para “El Sistema”. Empiezan haciendo recados, trapicheando con drogas para acabar convirtiéndose en sicarios o ir escalando puestos en el escalafón mafioso. Los más listos y los que disponen de algo de dinero ahorrado prefieren emigrar al norte y escapar de esta ciudad.
Muchas veces la única salida laboral que le queda a la gente del barrio es trabajar directa o indirectamente para “El Sistema”. Empiezan haciendo recados, trapicheando con drogas para acabar convirtiéndose en sicarios o ir escalando puestos en el escalafón mafioso. Los más listos y los que disponen de algo de dinero ahorrado prefieren emigrar al norte y escapar de esta ciudad.
Un dato interesante es comprobar con Google Maps como toda la zona de Secondigliano está sin cobertura. La mafia no permitió a Google meter sus coches para fotografiar sus calles.
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