El alcoholismo es una enfermedad que consiste en padecer una fuerte necesidad de ingerir alcohol etílico, de forma que existe una dependencia física del mismo, manifestada a través de determinados síntomas de abstinencia cuando no es posible su ingesta. El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo y suele ir elevando a lo largo del tiempo su grado de tolerancia al alcohol.
Hasta el momento no existe una causa común conocida de esta adicción, aunque varios factores pueden desempeñar un papel importante en su desarrollo y las evidencias muestran que quien tiene un padre o una madre con alcoholismo tiene mayor probabilidad de adquirir esta enfermedad, una puede ser el estrés o los problemas que tiene la persona que lo ingiere.
Los tratamientos contra el alcoholismo incluyen programas de desintoxicación realizados por instituciones médicas. Esto puede suponer la estancia del paciente durante un periodo indeterminado, (quizás varias semanas), bajo tutela en hospitales especializados donde puede que se utilicen determinados medicamentos para evitar el síndrome de abstinencia.
Después del período de desintoxicación, puede someterse al paciente a diversos métodos de terapia de grupo o psicoterapia para tratar problemas psicológicos de fondo que hayan podido llevar al paciente a la dependencia. Se puede asimismo apoyar el programa con terapias que inciten al paciente a repugnar el alcohol mediante fármacos como el disulfiram, que provoca fuertes y repentinas resacas siempre que se consuma alcohol.
La terapia nutricional es otro tratamiento. Muchos alcohólicos tienen síndrome de resistencia a la insulina, un desorden metabólico debido al cual el cuerpo no regula correctamente el azúcar causando un suministro inestable a la circulación sanguínea. Aunque este desorden se puede tratar con una dieta hipoglucémica, esto puede afectar a su comportamiento y su estado anímico. Estos síntomas son efectos secundarios que se observan a menudo en alcohólicos sometidos bajo tratamiento de desintoxicación. Los aspectos metabólicos del alcoholismo a menudo se pasan por alto dando como resultado tratamientos de dudosos resultados.
En los años 1990, los grupos de consultas de autoayuda fueron adquiriendo notoriedad por sus logros, como lo ha sido el movimiento de Alcohólicos Anónimos.
¿Qué deben hacer los familiares?
- Buscar la ayuda de profesionales con experiencia en adicciones.
- Implicarse de forma activa en la recuperación.
- Tener claro que sólo dejar de consumir, no significa que la persona ya esté recuperada. Es necesario otro tipo de cambio para no volver a ello cuando surjan nuevas dificultades.
- Revisar la parte de responsabilidad que tiene cada uno, mirar hacia dentro en lugar de buscar culpables fuera. Es frecuente escuchar… “la culpa la tienen sus amigos”, “les por la sociedad en la que vivimos”. La conducta de los familiares puede haber influido o no en el origen del consumo abusivo, pero interviene claramente en su mantenimiento.
- Ser honestos y hablar claro. De las vivencias que han tenido a lo lardo del periodo de consumo activo, de las sospechas que pueden tener sobre cómo se está comportando en recuperación, etc.
- El adicto es adulto y hay que tratarle como tal. Se le deben poner límites y dar las responsabilidades que le corresponden.
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