A diferencia del sistema de transporte colectivo metro de México -proveniente y diseñado por la compañía canadiense Bombardier- el metro de Paris tiene el clásico estilo europeo de trenes: angostos y extensos. Los torniquetes, el precio y hasta el boleto cambia, no obstante podemos asegurar que funcionan de la misma forma: Utilizas el boleto para que el torniquete se destrabe y caminas hasta los andenes para abordar, pero además del diseño existen otras diferencias.
Como extranjero originario de una megalópolis todo parecería igual a la hora pico, sin embargo hay una pequeña diferencia que marca un contraste enorme con el metro de México: Los asientos de los pasajeros son plegables con la finalidad aumentar el espacio de usuarios. Podría parecer diminuto este rasgo pero subraya una diferencia cultural abismal.
Al viajar por el metro de México es muy común presenciar, empujones, pisotones, codazos, verdaderos actos de aves de rapiña por un asiento. Los habitantes de Paris (de un abanico de nacionalidades) tienen el hábito de pararse para que todos tengan un viaje más cómodo; dejan de lado el privilegio de relajar sus piernas por aquello que es mejor para la mayoría.
Es cierto que aquí no tenemos esa facilidad de hacer más espacio entre pasajeros pero ¿al usar un transporte como el metro, procuras que sea un viaje más placentero para los demás? ¿Cedes tu lugar a quien puede necesitarlo? ¿Guardas tus alimentos por respeto a los demás? ¿Hablas en tono moderado para dejar que el resto disfrute, en la medida de lo posible, su traslado diario?
Profr. Ulises Juárez
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