lunes, 18 de febrero de 2013

100 años de La Decena Trágica: Una granada en Palacio

 Primero el intento de golpe de la madrugada del 9 de febrero, frustrado por la mano astuta y firme de un militar olvidado, Lauro Villar. Segundo, la historia del golpe de Estado del 18 de febrero, el segundo golpe, el golpe que asesinó al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez, elevó al poder a Victoriano Huerta, y prolongó por años los tiempos “de Caín y de metralla.
 
Fuente: Excelsior 2013

UNA BOMBA CAYÓ CERCA DE LA PUERTA MARIANA DEL PALACIO NACIONAL MATANDO SOLDADOS

Eran las 11 de la mañana del 13 de febrero de 1913 cuando la Ciudad de México vivió uno de los episodios más violentos de los que se tenga memoria: “…se rompieron los fuegos a las seis y media de la mañana y fueron haciéndose más nutridos, hasta que cerca de las once adquirieron proporciones aterradoras. El cañoneo era tan fuerte, que en muchos lugares los cristales de las casas se rompían sólo por efecto de la vibración atmosférica. Por todas partes óyese el zumbar de las balas”.

Así describió ese día, el quinto de la Decena Trágica, Emigdio S. Paniagua en su libro El combate de La Ciudadela narrado por un extranjero, aparecido en la capital apenas un mes después de los sucesos sangrientos. Toda la crónica de ese día son balazos. El historiador Alejandro Rosas señala que de lo más relevante de aquel jueves fue el intento de los federales por recuperar a toda costa la iglesia Campo Florido, donde los rebeldes se habían agazapado.
También cuenta que, a pesar de que no lo registran las fotografías del momento, una bomba habría caído cerca de la puerta Mariana de Palacio Nacional dando muerte a varios soldados. José Juan Tablada, quien reporteaba desde Coyoacán para Revista de Revistas describió así la jornada: “La Alameda Central queda tapizada de cadáveres; la sangre forma enormes charcos. Del lado de los rebeldes luchan muchos niños. Victoriano Huerta envía a cientos de integrantes del Cuerpo de Rurales a atacar La Ciudadela al descubierto; son masacrados por los rebeldes”.

La refriega estaba ya extendida a buena parte del centro de la ciudad: “Erróneamente se cree que la lucha sólo se dio en La Ciudadela, pero estaba extendida hacia las colonias Doctores, Juárez, Cuauhtémoc o Centro, donde había enfrentamientos”, dice Rosas.

Las calles con más daños fueron las de Nuevo México, Victoria, San Agustín, Ayuntamiento y Salto del Agua, al este; Roma, Prim e Insurgentes, al noroeste. Las granadas sin embargo alcanzaron ese día lugares como La Merced, San Lázaro, Santo Domingo, Santa Ana y Peralvillo.

Mientras los enfrentamientos siguen sacudiendo la ciudad, Francisco I. Madero “está al tanto desde Palacio Nacional; sigue reuniéndose con sus ministros y esperando el momento en que su ejército termine con los rebeldes”, agrega el historiador.

Esa posibilidad no era inalcanzable, las fuerzas sublevadas son calculadas por Rosas en unos 500 hombres; del bando maderista contabiliza unos dos mil: “Era como si 400 hombres se pertrecharan en Lecumberri y afuera aguardara todo el Ejército. Lo que pasa es que le faltaron huevos” a Madero para exigirle a Huerta que terminara con ellos”.

Algunas crónicas aseguran que ese mismo día Madero responde ante las presiones del embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, que La Ciudadela estará tomada en siete o diez días, “que ésta tiene todos los techos, que son de lámina, perforados por los proyectiles”.

La actitud que tomará Victoriano Huerta tampoco está definida: “tiene en sus manos a los dos bandos y está palpando qué le conviene más”. Su comportamiento tampoco es certero. Dice Rosas que de haberlo querido hubiera terminado con los rebeldes en cualquier momento. Las consecuencias parecen afectar más a los civiles que ante el terror que produce la refriega comienzan a intentar salir de la ciudad.

El gobierno recibe además como refuerzo dos millones de cartuchos para rifle y cañón procedentes de Veracruz, que son traídos por una escolta de 100 hombres al mando del teniente coronel Gallardo. Las balas son tantas que alcanzan objetivos civiles.

“En el interior del Casino Americano cayeron siete granadas y destruyeron la biblioteca. En la habitación del Sr. Gral. Samuel García Cuéllar, situada en los altos del Hotel del Jardín, estallaron tres que hicieron pedazos el mobiliario”, dice otra publicación de 1913 titulada La Decena Trágica en México.

El de Emigdio S. Paniagua es aún más elocuente: “Por todas partes veíanse huellas sangrientas o charcas rojas, de donde habían sido recogidas las víctimas. Innumerables caballos ya en estado de descomposición obstruían el paso. Por todas partes muros a medio derruir, cristales rotos, puertas despedazadas, postes caídos, cables de luz y del tranvía eléctrico destrozados y una profusa red de alambres de los teléfonos hechos pedazos por el incesante tiroteo”. Todos coinciden que alrededor de las seis de la tarde la calma regresó, sólo uno que otro cañonazo retumbará en intervalos muy separados durante el resto del día.


Matan dos veces a Madero

Para la Secretaría de Educación Pública (SEP), Francisco I. Madero murió dos veces, el 13 y el 22 de febrero. La sección de Efemérides en el portal de la dependencia asegura: “El 13 de Febrero de 1913. Aniversario de la muerte de Francisco I. Madero.”

En el enlace www2.sepdf.gob.mx/efemerides/consulta_efemerides.jsp?dia=13&mes=2, al cual se accede tras dar clic a un link en la página principal, la dependencia ofrece a los estudiantes datos históricos de aquel día para realizar sus tareas: “La Secretaría de Educación Pública en el DF pone a disposición de los alumnos y visitantes de esta página las efemérides que se celebran en el año”, afirma el portal.

La información ofrecida por la SEP también consigna la muerte el 22 de febrero, como señalan la mayoría de las fuentes. Bajo el título Mártires de la Democracia se señala que tanto Pino Suárez como Madero “fueron cruelmente asesinados esa misma noche en el polígono de tiro del penal de Lecumberri, en la Ciudad de México”.

En este último dato sí coincide el sitio de internet del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México: “Al llegar a Lecumberri rodearon la penitenciaría. Francisco Cárdenas, mayor de las fuerzas rurales, hizo descender a Madero e inesperadamente le dio un balazo en el cuello. A unos metros fue sacrificado Pino Suárez”, señala la biografía de Madero.

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