A LUZ
Es la madrugada
es la hora de la calma
de los susurros que se vuelven
voces, gritos,
como habitantes únicos.
Mi brazo desnudo se estremece al sentir
el calor de tu piel tibia.
Respiro tu sueño tranquilo
He salido del mío
Y de pronto
me encontré flotando solo
en la recámara,
vientre de tu amor;
alcanzada por un sol artificial
que se cuela como obseso testigo
o como guardián adormecido.
Cada poro de mi piel busca unirse
en el extenso universo
que forman tu cuerpo y tu tiempo.
Me he querido disolver en ti
He sufrido el horror y la desesperación
de encontrarme fuera de tu espacio y de tu sueño.
El quejido de un automóvil que pasa zumbando
y el espacio amurallado con que te aísla tu sueño
condicionan mi horror que se hace más irracional.
Termino por abrirme completamente.
Estoy totalmente fuera.
Pienso en la resequedad de mi boca.
Pienso en un vaso de agua.
Pienso en la frescura de tu saliva.
Pienso en un día que te besaba
y quise introducirme en ti, por tu boca.
Pienso en las horas que vendrán después;
cada una pidiendo su alimento
para poder ser un instante,
un momento,
un día,
una vida.
Y esta noche
en la que he tenido que despertar
abandonando su juego
quiero apresar
este instante de silencio
para creernos inseparables
y crearnos como dos seres
que cabalgan en sus sueños
entrelazados atravesando el tiempo
para llegar
a ese puerto de luminosidad
donde siempre estemos
tú y yo
para recordarnos
cosas,
el amor,
por decir algo.
Abel Torres Soriano
A LUZ II
Las paredes se vuelven humo,
aparecen los fantasmas,
sus fantasmas lo alejan de ella,
los brazos, sus manos , sus dedos ya no están
con él.
Él ha vuelto a salirse de su recámara de amor.
Sigue caminando, también ha equivocado el camino,
pues, sólo es la pared hacia donde él se dirige.
Ella no ha querido decírselo antes, esperará hasta el final.
Quizá pensó que pensaba lo mismo
El amor de los dos a los dos, ha ellos dos.
La pareja que ausente regresa, la pareja que ya está ausente.
La vida que apacible se vuelve, la vida que vuelve a salirse
El control, el manejo, la casa, el trabajo, la sed, la mente,
que se pierde,
que se pierden.
El humo que no ve ella
La luz que tapa con sus humos
La vida que se lleva sus fantasmas,
La recámara vientre de su amor
que no regresa...
que no escucha su latido...
Abel Torres Soriano
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